Verano… Son tantas las ganas de aprovecharlo que, cuando llega, nos entregamos al disfrute y nos olvidamos de los buenos hábitos adquiridos durante el año. Pero las altas temperaturas, una insuficiente hidratación, una alimentación menos equilibrada, los cambios en el tipo de actividades de ocio y un cierto abandono de la higiene bucodental pueden tener consecuencias en nuestras bocas, que se vuelven más vulnerables a la proliferanción bacteriana.
La halitosis, debida a una alimentación inadecuada, a un consumo excesivo de bebidas alcohólicas y de tabaco o a un abandono de los hábitos higiénicos; la hipersensibilidad dental en un esmalte previamente dañado, por un mayor consumo de helados y de bebidas frías; la caries dental, por una ingesta incrementada de alimentos y refrescos poco saludables y ricos en azúcares; la enfermedad periodontal, por una disminución del flujo salivar y de su efecto protector debida a una peor hidratación, lo que permite que se acumule placa bacteriana y se inflamen las encías, y, finalmente, los traumatismos, por la práctica de determinadas actividades propias del verano, pueden incrementarse durante el verano si no se toman las precauciones oportunas. Así mismo, el cloro de las piscinas si no está bien regulado también puede modificar el pH y favorecer la desmineralización de los dientes, que también podría verse aumentada por un mayor consumo de bebidas o comidas ácidas.
Seguir unas buenas pautas alimenticias e higiénicas y extremar las precauciones en caso de practicar actividades de riesgo serán dos buenas medidas para evitar tener que lamentarse cuando dejemos atrás el verano y tengamos que retomar nuestras obligaciones.